Hace unos días os contaba en Mujeres y Madres Magazine que estaba algo fastidiada con un esguince. Esa entrada la dejé lista antes de marcharme de vacaciones, porque me iba una semana a la playa con mis chicos y no quería dejarme el trabajo acumulado justo para cuando volviera. Por una vez fui previsora y menos mal que lo fui. Regresé justo a tiempo para el #IEncuentroMMM amparado en que más de la mitad de la redacción iba a estar en Madrid el fin de semana del 12 de junio.
El sábado 13 por la tarde, en plena reunión de la redacción de la revista, comenzó a dolerme la cabeza y no conseguí atajarlo, ni ese día ni el siguiente y en la tarde del domingo me fui al hospital. Debería haberme quedado ingresada, pero me fui a casa pensando que con lo que ya llevaba puesto en vena y el tratamiento ambulatorio conseguiría superarlo, pero el lunes por la tarde tuve que volver… y quedarme.
Han sido un par de días ingresada y cuatro semanas de baja, de desconexión de pantallas y redes sociales (sobre todo las dos primeras), de calma, de reorganización mental, de pensar, de reconciliarme conmigo misma y aprender a ir más despacio. Han sido cuatro semanas de miedo por sentir que algo que yo no podía controlar tenía la capacidad de controlarme a mí.
Ese ha sido el motivo de mi ausencia. Los planes para el blog decididos durante mis vacaciones se han visto postergados por ello. Ahora estoy retomando mi normalidad y lo hago serena, con calma y consciente. En breve daré inicio a lo pospuesto y, estoy segura, de que volveré a ser y sentirme yo.